El 3 de octubre, en el Centro de Investigación Capitán Miranda, Itapúa, se realizó un día de campo para presentar nuevas variedades de trigo resultantes del trabajo conjunto entre el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), y el Instituto de Biotecnología Agrícola (Inbio). La jornada contó con la participación de productores, técnicos, estudiantes universitarios e invitados especiales.
El principal objetivo del día de campo fue la difusión de las nuevas variedades lanzadas por el Programa de Investigación de Trigo: Caninde 31, Itapúa 90, e Itapúa 95. Estos tres materiales se destacan por el alto potencial de rendimiento en campo y la calidad industrial, mencionaron los responsables de este trabajo. Estas nuevas variedades son fruto del convenio público-privado entre el IPTA, Capeco, e Inbio. El Dr. Mohan Kohli, consultor científico de Capeco, mencionó que este trabajo conjunto se realiza hace 15 años, y actualmente cuenta con 17 materiales de alta productividad, adaptados, y de buena calidad. “Espero que las nuevas variedades, especialmente Itapúa 90, que tiene una resistencia incorporada a Pyricularia, sea una opción muy popular, principalmente para aquellos productores que hacen la siembra en forma temprana”, señaló. Más de diez años de trabajo requirió la obtención de estas variedades. El Ing. Edgar Esteche, presidente del IPTA, destacó el rol de los investigadores, que son los responsables en poner a disposición del productor estos materiales que les permitirá mejorar su eficiencia en el campo. “Hoy hacemos visible el trabajo en investigación, en desarrollo y en transferencia de tecnología. Es un día anhelado por el IPTA, porque damos a conocer el potencial que tenemos. Tenemos en el país técnicos excelentes”, agregó.
Cruzamiento de variedades. El Ing. Agr. Gerardo Silva explicó el trabajo de mejoramiento desarrollado por el IPTA en el marco del Programa de Investigación de Trigo. Uno de los objetivos es la reducción del ciclo, ya que el productor tiene actualmente el hábito de sembrar soja tempranamente, señaló. El técnico comentó que se encargan de diagnosticar las variedades, con el fin de potenciarlas. Se analizan las cualidades de materiales nacionales o introducidos de otros países. “Tenemos variedades de Argentina, Brasil, Estados Unidos, México, Canadá, China, o Francia, para llegar a satisfacer al productor, sin descuidar otros factores como el rendimiento, la sanidad, la calidad industrial, la resistencia a enfermedades, y el brotado”. Actualmente se manejan con 800 cruzas por año y unas 20.000 líneas que son evaluadas. Antes de llegar a manos del productor, estos trabajos deben cumplir un proceso de 15 años, mencionó.
Líneas promisorias. En otras de las paradas, el Ing. Agr. Pedro Chávez, explicó sobre la creación de variedades. El programa consta de dos fases de mejoramiento. La primera se basa en la introducción de material genético y su cruzamiento local. Estos igualmente pueden ser conducidos como líneas estables, y en algún momento, convertirse en variedades. Esta primera etapa tiene una duración de 6 a 8 años. Actualmente se le agrega a las variedades la cualidad de precocidad. Los materiales presentados en la ocasión comparten esta particularidad, como los que serán liberados en el futuro. “Los materiales tienen que ser precoces, rendidores, de calidad, y sanos”, manifestó. A partir de la segunda fase, los materiales que son conducidos, son evaluados a nivel de laboratorio en aspectos de rendimiento, ciclo, sanidad, y calidad industrial. Esta se lleva a cabo ante testigos, es decir, se compara con materiales de trigo comerciales que el productor utiliza en su chacra. “Primero se realiza una evaluación sin repeticiones. Se hace un pareado, donde se evalúan los aspectos que mencioné. Y luego de eso pasa a ensayos de rendimiento. Esta etapa puede durar de 4 a 6 años”. Actualmente se manejan de 1.200 a 1.300 líneas, que en algún momento podrían llegar a convertirse en variedades. En un lapso de 3 a 4 años se descartan las que no convencen, que fueron inferiores a los testigos. De esta forma se reducen las opciones. A su vez, el proceso que inició en la primera fase genera más cantidad de germoplasma. “Entonces se mantiene un número importante de material genético en evaluación”. En la última fase quedan 30 materiales, que son evaluados en ensayos regionales, en tres o cuatro localidades distintas, para observar su rendimiento y adaptación. Posteriormente, se libera de 1 a 3 variedades, las mejores de todo el proceso. “La última etapa es la multiplicación de semillas, que nos llevaría de nuevo de 1 a 2 años, dependiendo de la eficiencia, para que finalmente llegue al productor”.
Nuevas variedades. Este año el programa suma tres nuevos materiales, que presentan características novedosas. Alfonso Guerreros, técnico de Capeco, se encargó de explicar las principales particularidades de estas variedades. Una de ellas es Itapúa 90, que además de tener resistencia a roya del tallo, roya de la hoja, oídio, y tener una moderada resistencia a manchas foliares, es resistente a la enfermedad de espiga producida por Pyricularia. Itapúa 95 comparte las mismas características de Itapúa 90, excepción de la resistencia a Pyricularia. Sin embargo, este trigo sí es resistente a manchas foliares. Es decir, el productor que realiza una buena rotación de cultivo, lo puede sembrar sobre rastrojo del año anterior. “No es nuestra recomendación, pero igualmente informamos que sí se puede, porque es resistente a las manchas foliares”, aclaró. La otra variedad presentada, Caninde 31, se diferencia por la tolerancia a la sequía. El estrés hídrico en el suelo en época vegetativa no le hará sufrir como a los otros materiales, explicó. Estas variedades permiten reducir el costo de producción, ya que evita el uso de ciertos fungicidas. Los materiales no superan 125 días de ciclo, y el trigo que producen son de tipo mejorador. Además dejan muy buenos rastrojos, señaló el técnico. “El sistema de siembra directa, que incluye la rotación de cultivo, tiene al trigo como uno de los mejores rubros a emplear. Por otra parte, deja beneficios económicos, que es lo que atrae al productor”. Para el futuro se esperan otros materiales, cuyas características son aún mejores, adelantó “Según información que nos estuvieron presentando internamente, a nivel técnico, hay uno, que sí reúne todas las condiciones requeridas, será de productividad 15% mayor que la mejor que tenemos actualmente, que es Itapúa 80. Hay otra, que mantiene una alta productividad y alta calidad de harina para pan, que será resistente a Gibberella, una enfermedad que aparece en la espiga y es casi imposible de controlar”.
Germoplasma para resistencia a enfermedades. La Ing. Agr. Ruth Sholz, patóloga que colabora con las actividades del programa de trigo, explicó el trabajo que realiza, principalmente sobre la caracterización de variedades con referencia a distintas enfermedades. Comentó que entre sus tareas se encuentra la de priorizar ciertas enfermedades. Señaló que hace varios años trabajan con resistencia genética a la roya de la hoja. Se busca disminuir el costo final para el productor, mediante una herramienta que le permita sembrar trigo, que requieran de menor cantidad de aplicaciones de fungicidas. “Todas nuestras variedades nacionales, incluidas las que son nuevas, tienen resistencia genética y de larga duración. El productor no debe preocuparse por hacer una aplicación adicional para roya, a diferencia de lo que pasa con otras variedades”, agregó. Actualmente, el programa dispone de varios materiales que presentan muy buen comportamiento ante las manchas foliares. Estos son moderadamente resistentes, ya que una resistencia completa no existe en el mundo, al igual que ante el fusarium, explicó. “Pero tenemos buenos materiales. Con una buena rotación de cultivo, es muy poco probable que el productor tenga problemas con manchas foliares”. Otra de las investigaciones desarrolladas es la caracterización de los materiales con respecto a fusarium, y el control químico. Se recomienda una aplicación de triazol en plena floración. “Recomendamos que sea solamente con triazol. Realizamos estudios, en los que comprobamos que la mezcla con estrobilurina aumentan una micotoxina que produce esta enfermedad”. Estas informaciones son compartidas con el programa de mejoramiento, de modo que pueda emplearse como una herramienta para definir qué material es resistente. De esta forma es posible obtener buenos materiales, y disponer una buena genética para el productor, explicó. El programa dispone de varios materiales de líneas introducidas, provenientes de México. Paraguay es parte del Proyecto Cooperativo Regional en Recursos Genéticos de Trigo en el Cono Sur (PROCISUR), que incluye a Brasil, Argentina, Uruguay, y Chile, marco en el que se encuentran en evaluación estos materiales bajo las condiciones locales. “Si tienen buenos comportamientos, estos se cruzan con nuestros materiales. Obtenemos una amplia variabilidad genética en lo referente a los materiales mundiales. Yo tengo aquí 52 materiales del Centro de Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), solamente para fusarium, y más de 100 para manchas”.