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26/09/2018

LIBERAN NUEVA VARIEDAD CON RESISTENCIA A ROYA: Se extiende la propuesta Sojapar

El Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (Ipta) y el Instituto de Biotecnología Agrícola (Inbio) desarrollaron una jornada de campo el pasado 8 de marzo, en el Centro de Investigación Capitán Miranda. En la ocasión fue lanzada la variedad Sojapar R34, una nueva opción surgida del Programa de Fortalecimiento de la Investigación de Soja en Paraguay. Además, se realizó el pre-lanzamiento del maíz Guaraní V-332.

La alianza público-privada entre el Inbio y el Ipta presentó a los productores agrícolas una nueva opción genética para el cultivo de soja. Se trata de la variedad Sojapar R34, que al igual a la Sojapar R19 y Sojapar R24, se diferencia por el gen de resistencia a la roya. La presentación de este material fue el foco central de la jornada de campo, en la que participaron productores de la zona, reconocidos técnicos, y estudiantes de carreras afines al sector agrícola. La Ing. Agr. Ruth Scholz, especialista en fi topatología del Ipta, explicó que la variedad liberada, además de poseer el gen de resistencia a la roya, es moderadamente resistente a la Macrophomina. “Con esta tecnología que estamos presentando, estamos minimizando las aplicaciones de fungicidas, ocasionando menos daños al ambiente. También estamos haciendo que el productor tenga un buen retorno económico¨

Durante la jornada se presentaron las principales características de la nueva variedad, que al igual que las anteriores surgidas de esta alianza, permiten reducir el uso de fungicidas, lo que genera un ahorro económico significativo para el productor. También se dio a conocer el proceso de desarrollo de la variedad, desde el cruzamiento de las líneas hasta los procesos de comprobación que se realizan a nivel país. “Pedimos que apoyen la investigación, para que el productor tenga en sus manos lo que aquí se desarrolla. Esto se desarrolla a nivel de nuestras condiciones naturales, aquí se realizan las cruzas, se hacen los trabajos, y se evalúan en todas las localidades del país”, señaló la ingeniera. El otro foco de la jornada fue el pre-lanzamiento de la variedad de maíz Guaraní V-332. Este material, que será lanzado ofi cialmente entre los meses de mayo y junio, se enfoca en las necesidades de los pequeños agricultores. Ofrece mejores características, principalmente para la producción de choclo. En la jornada también presentaron diferentes ensayos realizados en el centro de investigación, como el manejo de enfermedades en soja, sistemas de conservación de suelos, control biológico de plagas, entre otros.


Sojapar R34, la nueva opción con resistencia a roya. Alfonso Guerreros, técnico del Inbio, explicó las características de la nueva variedad. La Sojapar R34 cuenta con un gen de resistencia a roya, además presenta moderada resistencia a Macrophomina. Estas particularidades sanitarias permiten reducir las aplicaciones de fungicidas. Al igual que los anteriores materiales surgidos de la alianza, la época de siembra para la Sojapar R34 es la del 10 de setiembre hasta mediados de diciembre. Está indicada para suelos de media a alta fertilidad. En relación a la densidad, se recomienda entre 8 a 10 plantas por metro lineal, lo que genera también la posibilidad de ahorrar en la cantidad de semillas. El técnico explicó que actualmente se buscan variedades con resistencias o tolerancias a enfermedades, plagas, tipos de suelos, y climas adversos. Señaló que esa es la tendencia, y que los materiales Sojapar se encuentran dentro de esa línea. “Son muy útiles para el productor”. En relación a la diferencia que presenta esta variedad, en comparación a las anteriores, señaló que ofrece un ciclo más corto. Actualmente el productor tiene preferencia hacia las opciones genéticas con menos de 135 días, mencionó. Igualmente, la recomendación técnica indica el uso de materiales con ciclos de 120 a 130 días, y la Sojapar R34 se encuentra dentro de este orden. “No conviene buscar sojas con menos de 120 días, porque son más exigentes y cualquier variación climática negativa les afecta mucho, es mucho más alto el riesgo”, agregó. Otra diferencia de este nuevo material es el tamaño de planta, de menor altura que Sojapar R19 y Sojapar R24. Con esta característica, se reduce la posibilidad de acame, por lo que se facilita el manejo a los productores. Guerreros destacó el ahorro económico que representa el uso de las variedades Sojapar, que solo por la reducción de fungicidas representa entre 80 y 100 dólares por hectárea. “Nosotros estamos viendo la reducción de costos, por semillas por hectárea, la planta que muere menos en años de Macrophomina, y la reducción del uso de fungicidas. En conjunto, se obtiene una diferencia muy grande. Esta nueva variedad mantiene todas esas características, además de tener un ciclo más corto y el porte más bajo”. Si bien las variedades Sojapar son resistentes a la roya, igualmente se recomienda el uso de fungicidas. Por un lado, para fortalecer el gen de resistencia. Además, la roya tiene una capacidad de mutación, por lo que pueden aparecer razas ante las cuales no fueron probados estos materiales. Guerreros señaló que debe aplicarse un buen fungicida dirigido específi camente a este problema, y posteriormente otra aplicación orientada a controlar las dolencias de fi n de ciclo. El Programa de Fortalecimiento de la Investigación de Soja en Paraguay continúa con los trabajos de investigación, en búsqueda de mejores herramientas para el sector. Guerreros adelantó que para el próximo año, los productores podrán encontrar novedades todavía mejores, como una variedad con más de un gen de resistencia a la roya, un material con resistencia a la Macrophomina, entre otros.


Desarrollo de variedades. Aníbal Morel, técnico del Ipta y uno de los protagonistas del mejoramiento de variedades Sojapar, explicó proceso previo a la liberación de materiales al mercado. A partir del cruzamiento de las líneas, se necesitan entre 10 y 11 años para su liberación comercial, señaló. Alrededor de ocho años se requieren para que el material genético se estabilice. Posteriormente, se inicia un proceso de evaluación experimental, que se lleva a cabo en diversas zonas del país. Estos ensayos se realizan en los departamentos de Canindeyú, San Pedro, Caaguazú, Alto Paraná, e Itapuá, mencionó el técnico. “Ese segundo paso se realiza, como mínimo, por dos años consecutivos, para tener una adaptación del material genético en las diferentes localidades y hacer las recomendaciones pertinentes”. Por otra parte, para medir el potencial de rendimiento de las variedades se realizan comparaciones con testigos comerciales, es decir, materiales ya empleados por los productores en el mercado local. Morel explicó que la resistencia a la roya es un aspecto con el que inician el trabajo. Es decir, en las generaciones iniciales ya fueron seleccionadas aquellas plantas que poseen el gen resistente. “Fenotípicamente se observan las que son resistentes, en comparación a las que son susceptibles. A partir de eso se inician con los procesos que comenté anteriormente”.


Sistema de comercialización. El uso de semillas certificadas es bajo en el país, en relación a la superfi cie de soja sembrada. Esta situación, más la necesidad de permitir la sostenibilidad del programa, llevaron a las instituciones involucradas en esta alianza a iniciar un sistema comercial de semillas diferente. “Un programa de mejoramiento lleva sus años, entre 8 y 12 años, dependiendo de la tecnología que vayamos utilizando para tratar de acortar ese plazo. Esto se mantiene a través de la compra de semillas”, señaló la Ing. Agr. Estela Ojeda, gerente general del Inbio. El sistema comercial de las variedades Sojapar incluye la firma de un contrato con el productor, donde éste se compromete a contribuir una suma determinada en caso de reservar parte de cosecha para el uso como semillas. El aporte es de carácter obligatorio y se calcula de acuerdo a la cantidad de semillas guardadas. El valor establecido es de 2.5 dólares por cada 40 kilogramos que se reserve. “Es un valor mínimo en relación a lo que las variedades pueden darle, pero sí hace mucho por el programa”. Este proceso se encuentra en una fase inicial, y actualmente las instituciones involucradas al programa buscan concienciar a los productores sobre el valor que representa el mejoramiento de variedades.


Guaraní V-332. El otro objetivo de la jornada fue el pre-lanzamiento del maíz Guaraní V-332. Orlando Noldin, técnico del Ipta, se encargó de comentar sobre las características de este material. Explicó que buscan opciones que puedan ser útiles a los pequeños productores. En ese sentido, el principal enfoque fue el desarrollo de una variedad con atributos ideales para la producción de choclo. Noldin explicó que el nuevo maíz proviene del Nutri Guaraní V1, que con el correr de los años comenzó a padecer muchas enfermedades, lo que limita su siembra entre agosto y setiembre. “Lo que hicimos fue obtener ese mismo material, mejorarlo y llevarlo para que pueda ser sembrado entre enero y febrero. Con esto, tenemos una amplia gama de siembra, que es lo que necesita el productor, es decir, poder sembrar en forma escalonada para ir distribuyendo en el mercado su producto de forma escalonada. Esa fue la finalidad de este material”. El material Guaraní V-332 ya fue evaluado durante dos años, en diferentes densidades de plantas. Para la producción de choclo, se recomiendan entre 45.000 y 50.000 plantas por hectárea. Si el objetivo es la obtención de granos o ensilaje, la población indicada es de 55.000 a 60.000 plantas por hectárea. En comparación al material que se mejoró, el Guaraní V-332 ofrece mejor comportamiento ante la presencia de enfermedades. Noldin aclaró que no se puede hablar de resistencia, ya que no se realizó un trabajo de mejoramiento con ese parámetro. Otro aspecto destacado por el técnico fue la época del estado de choclo, entre tres a cuatro días más que otros materiales que están disponibles en el mercado para el productor. “Es decir, tiene una característica choclera muy buena”. Con relación al rendimiento, mencionó que en una de las localidades probadas, dio alrededor de 7.300 kilogramos por hectárea. Su potencial promedio es de 5.000 kilogramos por hectárea, señaló. “Si todo va bien, este maíz estaría liberado comercialmente entre los meses de mayo y junio”.