La vinicultura en Colonia Independencia, departamento del Guairá, es una actividad tradicional que tuvo sus picos tiempo atrás. Fue rubro de renta de sus precursores durante varias décadas hasta que perdió competitividad. Hoy sólo dos bodegas de veinticinco que existieron siguen produciendo tímidamente para aprovechar las infraestructuras instaladas, que sin duda despierta otro potencial, la explotación turística.
Los vinos de Colonia Independencia ganaron fama en su momento. La producción tuvo sus años de oro durante varias décadas, pero actualmente busca subsistir de la mano de algunas familias que insisten en preservar la tradición y aprovechar las infraestructuras existentes. Durante un recorrido de nuestra revista por esta comunidad guaireña, y para aprovechar la temporada de cosecha de uvas, visitamos la bodega de la familia Escher, donde sus integrantes compartieron con nosotros parte de la historia de los vinos de Independencia que empezó con los inmigrantes alemanes, quienes llegaron a este distrito guaireño de atractivos paisajes naturales. Horacio Escher, quien sigue la tradición de producir vinos, relató que en la década del 40, sus abuelos inmigraron de Alemania y empezaron a elaborar vino en Colonia Independencia. En la primera época se juntaron tres vecinos que vinieron del mismo lugar de Alemania, entre las tres familias hicieron una bodega, pero
más adelante se dividieron y cada una creó su propia bodega. El producto se comercializaba en Asunción, y para ello debían trasladar la bebida en carretas hasta la estación de tren de Villarrica, y de allí partía a la capital del país para la venta. Por mucho tiempo esta actividad fue buen negocio, tal fue así que cada familia de Colonia Independencia elaboraba su propio vino, tenían sus bodegas, algunas más grandes y otros más pequeñas nos relató el entrevistado. “Nosotros llegamos a producir más de un millón de litros de vino en la bodega familiar. Esto fue hace 40 años atrás, luego la elaboración fue decayendo, ya no se pudo competir con los productos argentinos, que ingresaban a muy bajo precio”, dijo. Otro factor negativo fue la dificultad para la producción de la vid. El clima es desfavorable, hay demasiada humedad que incentiva la proliferación de hongos e insectos en los cultivos de uva. Mencionó que en ese sentido los argentinos y chilenos tienen muchas ventajas para desarrollar el cultivo, tienen pocas lluvias que les permiten producir plantas muy sanas, ya que la uva necesita poca agua. Relató que actualmente en Colonia Independencia subsisten dos bodegas, de unas veinticinco que existieron hace 40 años atrás. “Nosotros seguimos con la producción más por tradición. Hay materia prima, pero se torna difícil la venta y nuestras bodegas son muy artesanales. Actualmente las bodegas modernas trabajan con infraestructuras de acero inoxidable y esas inversiones no están a nuestro alcance”, dijo Escher. Comentó que actualmente venden 150.000 litros al año. Los centros de comercialización de sus productos son los departamentos de Guairá, Caaguazú y un poco en Central. La bodega de la familia Escher produce vinos tinto, blanco y rosado de las marcas Viñas del Ybytyruzu y New Baden. “Mi abuelo vino de la región de Baden, Alemania y de allí el origen de una de nuestra marca”, dijo Horacio.
Menos producción. Para la presente temporada la producción será menor que la anterior, ya que la cosecha estuvo bastante disminuida a consecuencia de los problemas climáticos que se presentaron durante el periodo de desarrollo de la fruta. “Este año tuvimos mala osecha, en algunas zonas se produjeron torbellinos, que arrancaron todas las hojas en los cultivos y lo poco que quedaron de las frutas están muy estropeadas, ya que por ausencia de las hojas tuvieron una maduración forzada y cuando eso ocurre hay mucha podredumbre de las frutas”, dijo. Comentó que la cosecha de uva se realiza durante un mes en la comunidad, desde la segunda quincena de diciembre hasta la quincena de enero. “Este año estaríamos produciendo apenas el 30% de lo que produjimos el año pasado, por los achaques que sufrió la materia prima”, expresó.
Atractivo turístico. Las instalaciones sin dudas son un gran atractivo, las antiguas bodegas delatan parte de la historia de los inmigrantes, quienes trajeron sus conocimientos y explotaron esta actividad, que si bien hoy no está en sus mejores tiempos, fue un rubro que en su momento fortaleció a la comunidad y sigue formando parte de su identidad. Para el futuro, la familia Escher no descarta explotar sus instalaciones para el turismo, que según Horacio ya quedaría para que desarrolle la nueva generación, quienes siguen trabajando por preservar esta tradición familiar. El turismo puede ser otra actividad que sume esta familia a la diversifi cación agropecuaria a la que se dedica actualmente, ya que el escenario es propicio con el guiño del Ybytyruzu y otras atractivas propuestas que ofrece este paraje guaireño.